El sello Real.
Al hablar en este capítulo de los
sellos reales nos estamos refiriendo como lo hemos dicho a la sigilografía, es decir a la ciencia que
estudia los numerosos aspectos de los sellos;(no al sello o matriz como objeto para estampar) y
concretamente a los sellos reales que llegaron un día de la lejana España,
adheridos primeramente en papel común y posteriormente en papel sellado.
Aún cuando
estos fueron sustituidos por el papel sellado, no dejaron de venir acompañando importantes
pragmáticas, ordenanzas, disposiciones etc., emanadas del mismo Rey de España,
en el mismo papel sellado, particular que daba
seriedad, autoridad y autenticidad al documento.
Antes de entra
en materia, vale la pena aclarar algunos conceptos y definiciones importantes
que nos trae los entendidos.
“Del sello, un objeto de uso tan común tanto en las
relaciones jurídicas como en la vida cotidiana desde los albores de la
civilización e incluso desde mucho antes de la aparición de la escritura, no es
fácil dar una definición que pueda expresar la riqueza de significados,
funciones y a veces la grandeza artística encerrada en lo que con mucho acierto
se ha denominado un «microcosmos de cultura».
Presente en las grandes civilizaciones mesopotámicas, en el
antiguo Egipto, en el mundo judío, en el grecorromano, en las civilizaciones
china y nipona, así como en las precolombinas de las Américas, el sello conoce
una época de gran esplendor durante la Edad Media.
Aún
hoy, en la era de la informática, se usa en todo el mundo con las mismas
finalidades prácticas y jurídicas que han permanecido inalteradas en el tiempo:
garantizar la integridad o el secreto de un informe o de un objeto, afirmar la
propiedad de quien lo estampa o autenticar un documento escrito certificando
que corresponde con la voluntad del autor.
Obtenido mediante la estampación de una matriz grabada
sobre un material suficientemente maleable, el sello se presenta con una
variedad limitada de materiales, que normalmente son bastante pobres: creta en la época mesopotámica, metal, sobre
todo plomo, en el mundo bizantino y en la cuenca mediterránea, cera, el
material más utilizado universalmente en la Edad Media, papel y lacre en la
Edad Moderna, hasta la última evolución del timbre seco o el timbre de tinta,
que todos conocemos y utilizamos.
Sin
embargo, a pesar de la fragilidad de los materiales con que se ha realizado, el
sello encierra un conjunto formidable de información que lo convierte en una
valiosísima fuente para los historiadores en todo su amplio abanico de
intereses.
Gracias
a su uso típico de imágenes, el sello siempre ha sido uno de los medios más
adecuados, además de expresar la
voluntad de una persona, para simbolizar la idea que ésta tenía de sí misma,
así como la consiguiente imagen que quería transmitir a los demás. Esto explica, por lo menos en parte, la
riqueza de mensajes que ofrecen los sellos mediante su gran variedad de
figuras, a pesar del escaso espacio a disposición.
El
estudio, la valoración y en especial la conservación y restauración de los
sellos son parte de las funciones de los archivos a los que se ha confiado
buena parte de este inmenso patrimonio de cultura y belleza, del cual destaca
su encanto así como también su ineluctable destino si no se protegen
eficazmente.
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